El agua repicaba en aquella ventana y sus ojos no podian apartar la vista del frio cristal.
El reflejo se hacia helado y las nubes se proponian aguarle aquel dia.
Las calles mojadas se presentaban repletas de paraguas multicolores, de estrés agónico y charcos pisados.
En su mirada fija en el picar de las gotas de invierno se reflejaba la tristeza.
Su mente viajera se trasladaba a aquellos dias de sol imperante, cielo azul limpio y nubes tímidas.
En su imaginación se encarnaban las mayores guerras.
El trueno, capitán de las grises nubes, ordenaba el ataque a base de golpes de cañón. El entrechocar de las nubes se hacía patente y la lluvia debilitaba al rey sol con su ejercito de blancas en plena retirada, aguardando el próximo ataque de rayos luz, perforantes de nubes y llaves de paraguas.
En su escondite el rey prepara su estrategia, consciente de las almas terrenales tristes que esperan su victoria.
Las blancas aguardan atentas, escuchando a su radiante general y empuñando las lanzas con las que perforaran al malvado manto negro que aquel dia a decidido apoderarse del cielo.
El pulso por el tiempo esta a punto de comenzar y ella, sentada y mirando al campo de batalla, espera el retorno del más grande, el luminoso de entre la luz, al rey de reyes entre las estrellas.
La luna por su parte espera su entrada, pretendiendo dar por finalizado aquel primer dia de batalla que todavia no esta resuelto.
Las cartas estan echadas y los ejercitos preparados.
Ella espectante se hace eco de los rugidos de la fúria, que por momentos aumenta.
Sobre un caballo negro el trueno reposa, mirando a sus negras aguardar el enfrentamiento.
El rey sol sentado en su trono refleja la serenidad que transmite a sus blancas.
Los arqueros negros lanzan el primer trueno de flechas y la batalla comienza.
Los nervios aumentan y su tristeza esta en juego. La luna, espectadora de primera fila empieza a ser alumbrada, llamada a proclamar su entrada, juez entre juezas.
Las embestidas se suceden y el entrechocar de las lanzas se hace patente en los primeros rayos de sol que tímidos, se dejan ver en el aún cielo negro.
Neviosa abandona la sala y se dirige al balcon, el gran palco donde presenciar el fin de una lucha que empieza a dar sus primeros síntomas de desgaste por parte de una bando.
Las oras se suceden a golpe de reloj y el cielo comienza a reflejar al radiante ganador.
Las blancas se imponen y las negras, asustadas y con graves bajas en su mellado ejercito bate en retirada.
El rey sol dá el último empujón y felicita a sus hombres, duros, rudos, convencidos de su victoria.
El dia se hace radiante y los flamantes ganadores desfilan por el arcoiris, pletóricos, grandes en cada uno de sus heróicos pasos.
La celebración por la victoria llega su fin y cada uno ocupa su lugar, imperando el resto del dia que se a convertido en radiante.
Ahora su alma recupera las fuerzas, su corazón se anima y recupera la alegria que en dias de sol la caracteriza, la hace ella.
Dedicado a una persona a la que poco le gustan los dias de lluvia.
Para ti LMA.
El reflejo se hacia helado y las nubes se proponian aguarle aquel dia.
Las calles mojadas se presentaban repletas de paraguas multicolores, de estrés agónico y charcos pisados.
En su mirada fija en el picar de las gotas de invierno se reflejaba la tristeza.
Su mente viajera se trasladaba a aquellos dias de sol imperante, cielo azul limpio y nubes tímidas.
En su imaginación se encarnaban las mayores guerras.
El trueno, capitán de las grises nubes, ordenaba el ataque a base de golpes de cañón. El entrechocar de las nubes se hacía patente y la lluvia debilitaba al rey sol con su ejercito de blancas en plena retirada, aguardando el próximo ataque de rayos luz, perforantes de nubes y llaves de paraguas.
En su escondite el rey prepara su estrategia, consciente de las almas terrenales tristes que esperan su victoria.
Las blancas aguardan atentas, escuchando a su radiante general y empuñando las lanzas con las que perforaran al malvado manto negro que aquel dia a decidido apoderarse del cielo.
El pulso por el tiempo esta a punto de comenzar y ella, sentada y mirando al campo de batalla, espera el retorno del más grande, el luminoso de entre la luz, al rey de reyes entre las estrellas.
La luna por su parte espera su entrada, pretendiendo dar por finalizado aquel primer dia de batalla que todavia no esta resuelto.
Las cartas estan echadas y los ejercitos preparados.
Ella espectante se hace eco de los rugidos de la fúria, que por momentos aumenta.
Sobre un caballo negro el trueno reposa, mirando a sus negras aguardar el enfrentamiento.
El rey sol sentado en su trono refleja la serenidad que transmite a sus blancas.
Los arqueros negros lanzan el primer trueno de flechas y la batalla comienza.
Los nervios aumentan y su tristeza esta en juego. La luna, espectadora de primera fila empieza a ser alumbrada, llamada a proclamar su entrada, juez entre juezas.
Las embestidas se suceden y el entrechocar de las lanzas se hace patente en los primeros rayos de sol que tímidos, se dejan ver en el aún cielo negro.
Neviosa abandona la sala y se dirige al balcon, el gran palco donde presenciar el fin de una lucha que empieza a dar sus primeros síntomas de desgaste por parte de una bando.
Las oras se suceden a golpe de reloj y el cielo comienza a reflejar al radiante ganador.
Las blancas se imponen y las negras, asustadas y con graves bajas en su mellado ejercito bate en retirada.
El rey sol dá el último empujón y felicita a sus hombres, duros, rudos, convencidos de su victoria.
El dia se hace radiante y los flamantes ganadores desfilan por el arcoiris, pletóricos, grandes en cada uno de sus heróicos pasos.
La celebración por la victoria llega su fin y cada uno ocupa su lugar, imperando el resto del dia que se a convertido en radiante.
Ahora su alma recupera las fuerzas, su corazón se anima y recupera la alegria que en dias de sol la caracteriza, la hace ella.
Dedicado a una persona a la que poco le gustan los dias de lluvia.
Para ti LMA.