martes, 23 de diciembre de 2008

Dias de lluvia


El agua repicaba en aquella ventana y sus ojos no podian apartar la vista del frio cristal.
El reflejo se hacia helado y las nubes se proponian aguarle aquel dia.
Las calles mojadas se presentaban repletas de paraguas multicolores, de estrés agónico y charcos pisados.
En su mirada fija en el picar de las gotas de invierno se reflejaba la tristeza.
Su mente viajera se trasladaba a aquellos dias de sol imperante, cielo azul limpio y nubes tímidas.
En su imaginación se encarnaban las mayores guerras.
El trueno, capitán de las grises nubes, ordenaba el ataque a base de golpes de cañón. El entrechocar de las nubes se hacía patente y la lluvia debilitaba al rey sol con su ejercito de blancas en plena retirada, aguardando el próximo ataque de rayos luz, perforantes de nubes y llaves de paraguas.
En su escondite el rey prepara su estrategia, consciente de las almas terrenales tristes que esperan su victoria.
Las blancas aguardan atentas, escuchando a su radiante general y empuñando las lanzas con las que perforaran al malvado manto negro que aquel dia a decidido apoderarse del cielo.
El pulso por el tiempo esta a punto de comenzar y ella, sentada y mirando al campo de batalla, espera el retorno del más grande, el luminoso de entre la luz, al rey de reyes entre las estrellas.
La luna por su parte espera su entrada, pretendiendo dar por finalizado aquel primer dia de batalla que todavia no esta resuelto.
Las cartas estan echadas y los ejercitos preparados.
Ella espectante se hace eco de los rugidos de la fúria, que por momentos aumenta.
Sobre un caballo negro el trueno reposa, mirando a sus negras aguardar el enfrentamiento.
El rey sol sentado en su trono refleja la serenidad que transmite a sus blancas.
Los arqueros negros lanzan el primer trueno de flechas y la batalla comienza.
Los nervios aumentan y su tristeza esta en juego. La luna, espectadora de primera fila empieza a ser alumbrada, llamada a proclamar su entrada, juez entre juezas.
Las embestidas se suceden y el entrechocar de las lanzas se hace patente en los primeros rayos de sol que tímidos, se dejan ver en el aún cielo negro.
Neviosa abandona la sala y se dirige al balcon, el gran palco donde presenciar el fin de una lucha que empieza a dar sus primeros síntomas de desgaste por parte de una bando.
Las oras se suceden a golpe de reloj y el cielo comienza a reflejar al radiante ganador.
Las blancas se imponen y las negras, asustadas y con graves bajas en su mellado ejercito bate en retirada.
El rey sol dá el último empujón y felicita a sus hombres, duros, rudos, convencidos de su victoria.
El dia se hace radiante y los flamantes ganadores desfilan por el arcoiris, pletóricos, grandes en cada uno de sus heróicos pasos.
La celebración por la victoria llega su fin y cada uno ocupa su lugar, imperando el resto del dia que se a convertido en radiante.
Ahora su alma recupera las fuerzas, su corazón se anima y recupera la alegria que en dias de sol la caracteriza, la hace ella.

Dedicado a una persona a la que poco le gustan los dias de lluvia.
Para ti LMA.

sábado, 6 de diciembre de 2008

En el puerto, a la luz del fanal, y leyendo su vida.


En el fanal encendido del puerto de quien sabe donde, a una hora cualquiera de la madrugada y en el año posiblemente setenta, alumbrare las ojas escritas a pluma conciencia, de las letras de una vida no mia.
Recuerdos de una mujer olvidada, dama negra de vida nocturna, trabajada a golpe de minutero, de heroina en una vida cualquiera.
En un rincón de la casa de los barcos en la ciudad de nombre que no recuerdo, rememoro su linea, llamenle vida, recta como una regla, vivida para que vivan otros, antepuesta.
Leo y me situo, me introduzco en sus pensamientos.
Me encuentro en una carcel, metido en su pellejo. Acaricio el metal mientras intento encender la bombilla que apagada en mi cabeza llace.
Cierro los ojos con la mejilla puesta en el frio metal del helado sendero que ante ella se presenta, dos caminos ciegos, encrucijada malevola.
Dos hombres rojos me señalan la dirección que debo tomar, pues no deveria fiarme de ellos.
Sentada espera a la merced de los ojos de aquellas personas. La soledad hace mella, el corazón duele y el alma poco risueña pide clemencia.
Clemencia sustituida a golpe de dirección impuesta, de linea manejada, dibujada a lapiz de un tercero.
Sobre el papel ella se maneja. Atrapada en un folio dina no se cuantos, encarcelada.
En sus sueños la veo correr. Sus paso debiles a momentos se hacen fuertes.
Sacando su alma guerrera piensa que podra salir del folio blanco, mas blanco que su vida vacia.
Los sacos de arena amarrados a sus pies la hacen dar pasos lentos, arena de un desierto verde, esperanza que se desvanece, que oscurece al paso de los dias, de la vida que al marcar del pendulo se va apagando.
La llama fuerte del inicio ahora es tenue, debil como sus brazos sin fuerza, como sus piernas pesadas.
Pasos que no consigue dar, barcos que se escapan sin amarre certero, sin pasaporte hacia una vida nueva.

Vidas atrapadas en otras vidas, de una vida impropia que viven otros, de libertad comillera, de felicidad en entredicho.