miércoles, 25 de noviembre de 2009

Permítale


En el rincón de la fantasia, donde los sueños se convierten en entender, en saber y comprender que la imaginación tan solo es una llave, la cerradura que le permite acceder a lo posible que perfecto realiza, a lo imposible que inperfecto un "deberia".

Sueños narrados, cantados por la melodía que el viento lleva, viaje de pajaro que vé posible el vuelo.

Sueños narrados, cantados por la melodía que el desierto arrastra, viaje de pajaro que ve imposible el camino.

Permítale permitir un permitido, donde el pajaro que al permitir de dos alas, le permita el vuelo, el planear sobre el sendero de lo perfecto, por el camino donde encuentra al que álza el vuelo.

No permítale permitir un permitido, donde el pajaro que al permitir de dos alas, le permite el suelo, el divagar sobre el sendero de los imperfecto, por el camino donde tan solo queda desierto.

Tiene la llave, así que tan solo permítale, tan solo permítale...

Permítale volar para tocar una estrella.
Permítale ser pintor para dibujar en el cielo.
Permítale mover montañas para que ninguna subida sea imposible.
Permítale ser uva para brindar el mejor vino.
Permítale ser arqueologo para encontrar aquellos corazones perdidos.
Permítale ser cocinero para confeccionar la menor cena del mundo.
Permítale ser vela para iluminar las cenas de noche.
Permítale ser payaso para esbozar la mejor de las sonrisas.
Permítale ser poeta para recitarle el poema más bonito del mundo.
Permítale tan solo una mirada que tan solo ellos entiendan.
Permítale un suspiro, la satisfacción de saber que su mundo aún no se quiebra.
Permítale ser tren de repesca para recoger a los que en las estaciones se quedaron.
Permítale ser lazo para entrelazar las manos en aquellos paseos de verano.
Permítale ser suelo para soportar los pasos más amargos.
Permítale ser hielo para enfriar el cava que serviran de noche.
Permítale ser mapa encontrar el mejor camino por sus pensamientos.
Permítale ser brújula para no perderse por su mirada.
Permítale ser diccionario para dedicarle las mejores palabras.
Permítale ser nota musical para componer la mejor canción conocida.
Permítale ser huella para seguir todos sus pasos.
Permítale ser ventana para que pueda contemplarla todos los dias.
Permítale ser tiempo para no perder ni un momento de la vida.
Permítale ser universo para coleccionar todas las estrellas y colocarlas bajo sus pies.
Permítale ser lágrima para recorrer su tez en los momentos difíciles.
Permítale ser aguja para grabar su nombre y no olvidarlo nunca.
Permítale ser album para guardar todas sus fotos y recordar su cara.
Permítale ser un susurro para que nadie más se entere de sus palabras.

Permítale ser el mismo, decidir, saber y llegar a comprender que los actos son pasos, que los dias es tiempo y que el tiempo es aire.
Llegar a comprender que hacer con un "deveria", y qué con un "a lo mejor" se le pasa el tiempo.
Poder saber cuando caminar en diferentes direcciones, entender que los caminos pueden ser laberintos y que las paredes siempre son invisibles.
Romper con lo imposible y perderse hasta encontrarse, tomar algo con él mismo y comprenderse, mirarse y verse reflejado en un espejo.

Permítale devolverle el permitir, el comprender que debe saber, el entender que una llave es un poder, el decidir sin consultar, el abrir una puerta permitida.

sábado, 21 de noviembre de 2009

3 - Parte - Una de historias mágicas - Final


Mis dedos acariciaron la suave madera mientras mi mente, en una continua asociación de ideas, intentaba recobrar el sentido de la realidad.

Bastaron unos minutos para volver a situar todas las cosas en su sitio, para caer en la cuenta de que lo que estaba sucediendo solo podía ser producto de la imaginación.

Cuando pise la fria piedra por primera vez creí cercionarme de que aquello no podía ser un sueño. Sentía el aire pegado a la píel, cada bocanada me aseguraba que aquello era real y mi instinto parecía recordarme que estaba más despierto que nunca.

La habitación parecía mas grande que en tiempos pasados.... ¿más grande?.

En aquel momento la puerta de la habitación crujió y se abrió de forma repentina dejando paso al corretear de un niño, de no mas de ocho años, que fue a parar de un salto sobre la primera cama de las tres que había, al mismo tiempo que tarareaba una canción.

Conocía perfectamente a aquel chabal, al igual que conocía a la mujer y el hombre que entraron a continuacion del niño.

Yo y mis padres, me dije para mis adentros. Bonita estampa de años pasados.
Observando durante unos minutos aquel altercado temporal, caí en la cuenta de que yo podía verlos, ellos a mi no.

La escena ya escrita en los manuales del tiempo se repodrudujo durante unos minutos más.
Todo eran recuerdos, todo era fantasía, alegría, un milagro del tiempo.

Mis padres y yo de 1995 salieron por la puerta de la habitación y volví a encontrarme solo.

En aquel momento me dí cuenta de que había tenido el libro rojo sobre las rodillas durante todo el rato, abierto por la primera página. Lo cerré.

La misma luz volvió a invadir cada rincón de mis huesos, de mi piel, de el aire que respiraba, tan real como las cuatro letras que forman la palabra.

Volvía a pisar la piedra fria, la biblioteca, impetuosa, había regresado a invadir mis ojos.

Podía entender donde me encontraba, una biblioteca del pensamiento donde guardar todos los recuerdos, la vida vivida, los estantes vacios que aún quedaban por rellenar. El paso del tiempo que sobre esas paredes harían grietas, que sobre esos libros desteñiran las páginas, los capitulos.

Lo siguiente que recuerdo fué bajar por la escalera de humo azul y salir por la puerta que daba a mi cuarto. Desperté.

Posteriormente fue escribir y lo que vino después de eso lo llamé acabar, retocrcer el papel de mil maneras y tirarlo a una papelera.

La biblioteca del pensamiento no necesitaba ser escrita sobre un papel efímero. Los libros no se moverían de allí mientras mi mente hiciera el trabajo de recordar. Las hojas se conservarían en buen estado hasta que el tiempo decidiera que capitulos tenia que quemar.
El marca páginas se movería con una simple acción, un simple movimiento figurado.

El simple hecho de recordar, de buscar en la biblioteca mágica, aquello que queremos recordar.

viernes, 13 de noviembre de 2009

2 - parte - Una de historias mágicas


Los minutos pasaban y mi vista se mantenía entretenida, galardonada por un paisaje precioso.

La elegancia flotaba por doquier transportada por un aire suave, de rendija abierta en un dia de primavera.
Note que las piernas me temblaban y que un sudor frio como el hielo me recorría mi paralizado cuerpo.

Cuando por fin pude dar algunos pasos, note que mi cuerpo se fundía en sintonía con aquel lugar. Un ambiente místico envolvía aquel sitio y mis miradas no daban abasto para abarcar toda esa maravilla.

La sala estaba conpuesta por grandes columnas soportadas por una bóveda cuya luz natural se filtraba alumbrando el lugar. A los lados de cada columna habian unas escaleras de caracol que se trenzaban hasta comprender la altura de tres pisos cuyos pasillos amplios estaban repletos de libros.

Llegué a la primera escalera de caracol a mano derecha y pose mi mano izquiera sobre la barandilla. En aquel instante el hierro parecio fundirse dejando paso a humo, un humo azul y consistente que se podia tocar, que podía soportar tu peso, una escalera en dirección al cielo.

Posé mi pie sobre el primer escalon de humo con una sensacion gloriosa, como si de neil armstrong se tratara y con la certeza de ser un heroe, el primer hombre vivo en pisar humo, ¡ en ascender sobre una escalera de humo... y azul!.

Ascendí lentamente, saboreando aquel momento, relamiendome de gozo.

El primer piso se abría en dos direcciones, izquierda y derecha, todo recto y de pared a pared.
Por pura inercia o por impuesto reflejo me aventuré en dirección diestra colocandome a la altura del primer estante de unas tres baras de altura, posiblemente algo más.

Arriba de aquel estante coronaba una bonita placa de oro en la cual había inscrita una fecha: 1995.
Observe los demás estantes a los cuales mi vista lograba alcanzar y divise que en cada uno de ellos residían más placas.

1995 pensé.

En un acto de pura curiosidad, extraje un libro, el primero al que mi mano tendió a alcanzar.

La cubierta era de un rojo granate con el titulo 1995 inscrito en relieve color oro. La tapa era dura y el marca páginas, un hilo color plata, reposaba sobre la primera hoja.

Abrí el libro por esa misma página y un brillo suave y ténue me cegó completamente.
La sensación extraña era a su vez agradable. Me sentí como embriagado por el buen vino, el viejo, el trabajado a base de años.

La luz se desvaneció y me encontré sentado en una mecedora de madera, en una habitacion de no mas de cincuenta metros cuadrados y salpicada por cuatro maletas abiertas..... ¿maletas?, aquello era la habitación de un hotel.... un sitio que yo recordaba bastante bien.

Continuará....