domingo, 15 de febrero de 2009

Susurré a la flor


Cogí la flor parlante de entre todas las del camino. Amarilla por el sol, pendiente de mis pensamiento al revolotear de las coloridas mariposas.
El viento como papelillo en la cara, acariandola y tocandola timidamente al cantar de un familiar jilguero, repetitivo y sedante en la mañana del estacionado verano.
Pisando la dura piedra, con el debil pisar del calzado estipulado, de la presencia sin prisas, en el mar de calma y serenidad de los domingos de paseo, al rozar suave de la brisa agradecida.
Deleitar de ojos enverdecidos por las verdes praderas de hierba tenue, frágil, tímida en sus movimientos suaves.
Comedor de reyes, de mantel fino sobre la espesa hierba, de desayuno, comida, merienda, de cena rosada, al tinto acompañante de las romanticas estrellas.
Mercado de coloreadas flores detallistas, de los ramos puntilleados, del regalo deseado.
La media tarde del sol que tímido, comunica tenuemente su salida. Pinceladas naranja miel, de un lorenzo ocaso, de una tarde marchita, que deja paso a la reina luna.
Farolillo de la noche, enviada de un tal morfeo, vela del romantico, somnifero del soñador empedernido.
El dia transcurrido.