domingo, 12 de octubre de 2008

Mar y viceversa


El mar es un mundo.
Mundo de alimento y novela de historia.
El mar es hogar pescado, hotel del viajero y baúl del navegante fallido.
Alfombra sobre la que se mece una niña, de hermana pinta y de madre santa maría.
Teatro de la batalla, de escenografía épica y de protagonistas piratas.
Camino hacia el descubrimiento, objeto de la canción de Nino y por sus descubridores exclamación de bravo.
Un mar llamado en calma, de enemigo que dice ola al són de la maña de un viejo capitán.
Capitán de pipa, de barba blanca y de boina marinera. Capitán de vela, aliado de el a favor. Capitán vaporizado al quemar del jubilado carbón. Capitán acomodado, aliado, motor.
Suelo viajero, columna de isla y habitantes con espada.
Mundo subterraneo de anzuelo traicionero y de plato sobre la mesa.
Mundo de sirenas, amigas de una tal fantasía e interpretes imaginativas de aquel mundo que nosotros ya pasamos.
Desván del a codo pasado, de la guerra marítima, de la espada al són del vayan tirando.
El mar cortado de cubierto proa, del condimento babor, de la servilleta acuchillada y del espectador marinero.
De bodeguera reserva, de cartel al buen vino, al trago ardiente del chocar de la jarra, de la música de un tal ron, del asiento barril, del baile sobre la mesa, del cántico de la novena y otra más, de la mañana pasajera.
Hostal de la poesía, parada del romántico, hilo al buen cava, al baile sobre el parqué cubierta, a la canción marinera, del violinista olvidado, del jurado estrella.
Camino salado sobre habitantes sin memoria, de oxigeno aguado, de dormir caracolero, de vehículo caballo, de marca mar y de rueda aleta, de morir boquero, de protagonista a la carta.
Fuente de vida, historia y camino de barco.

El mar.
En el papel secundario el barco.

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