lunes, 1 de junio de 2009

Visiones lejanas


Las gotas de lluvia se hacian eternas en el resbalar de su tez. La fria agua de enero se hacia hielo en un cuerpo helado de animos congelados al rozar del viento picante que descomponia el bienestar.
El insignificante desayuno en aquella mañana marchita no era más que el fiel reflejo de una sociedad castigada por el paso del progreso viciado.
Mentes controladas, marionetas ilusas de cuerdas frágiles, mayoritariamente ineptos sometidos a un gran jefe, la voz que habla, el sin rostro latiente.
El cielo gris al unísono de las tristes calles mudas, empapeladas de publicidad viciosa para cocos entrantes.
Grandes pantallas parlantes de mensajes inútiles, de secta globalizada, de control global, de una sociedad uniforme al compás de un único cerebro.
Los automobiles han desaparecido de las calles para dar paso al papeleo rodante, a los folletos caidos que dominan la ciudad con sus contenidos imperantes.
La misión en este nuevo siglo muy lejano al actual es la de no pensar... ¿para que?.... ellos piensan por tí.
Anulación de toda clase de sentimiento, cabeza gacha de semblante triste, tosco y apagado como la vela del razonamiento inexistente.

Puede ser que estas lineas y más exactamente este mensaje os suene de otras historias ya escritas y realizadas, y en parte no descubro nada nuevo si os cito a George Orwell con su 1984 o a Aldous Huxley con su mundo feliz.

No obstante este modelo traumático de sociedad que vemos lejano, es tan solo el reflejo de mentes que en su día decidieron compartir sus fantasías con todos nosotros.

Sería por otra parte atrevido y austero arriesgarme en considerar tales relatos de visionarios. Fantasticos o futuristas deverían ser la califacación mas adiente para, por otra parte, estas dos obras maestras de la literatura que os he citado.

Al margen de estas dos perlas literarias y dado el tema que he tratado de desarrollar, me gustaría citar al rey por excelencia de lo fantástico, a un gran Verne de nombre Julio.
En un siglo, en unos años donde la ciencia en relacion al universo, a lo desconocido, no era más que la curiosidad por no saber casi nada de lo de arriba, Julio verne escribe un libro titulado: "De la tierra a la luna".

Sin apuntar nada más sobre este hecho que pueden considerar o no de visionario, cierro página aún pensando en lo que escribo y aún sintiendo lo que pienso.

1 comentario:

Frost dijo...

Me has recordado aquellos días de filosofía que aunque a veces pensaba que no servía para nada, cuando leí el món feliç (mundo feliz) no lo volví a pensar. Que gran libro por dios.
Sigue así. Saludos.

Frost