Mirando el faro espero las respuestas que me alumbren, que me guien por esos parajes extraños de bestias salvajes y destinos no fijados.
Mientras camino observo vidas vividas, no complacidas, arrepentidas, de cabeza gacha, de objetivos no resueltos a base de cobardia no dosificada.
Camino con paso inseguro, pendiente a no equivocarme, equivocandome.
Tropiezo una y otra vez en un camino de piedras traiconeras, lectivas, de empredrada lección.
Lecciones que aprendes con poco interes, a embudo obligatorio de no queda más remedio.
Indice de temarios seguros, de camino señalizado, de rutina numerada y publicada.
Abro la mochila que llevo a mis espaldas, la examino con ojo avisor, supervisando los objetos, los sentimientos que traigo conmigo.
Puedo ver mares, continentes, diccionarios que me ayudan a escoger las mejores palabras, las edecuadas de entre las peores.
Puedo ver mapas en blanco, libretas no escritas de margen torcido y cuadraditos redondos.
Puedo ver corazones varios, diversos entre multiples sentimientos. Corazones encadenados, esposados al conformismo, a la resignación, a la rendición más amarga, al paladar hecho pedazos, al camino que queda por delante.
Veo en el fondo de la mochila los trozos rotos de almas perdidas, sumidas en la más rotunda pena. Almas galardonadas de premios negros. Almas maquilladas de grietas a base de golpes duros de vivencias inolvidables. Almas que caminan sin rumbo propio, guiadas por el destino del viento, de la meta del cajón de los recuerdos.
En el bolsillo de la mochila encuentro los adornos, aquellos que decoraran los momentos, las secuencias de una vida de galeria, de album de estanteria, de fotos recordadas o olvivadas.
En la mochila encuentro montañas con dificultades en los caminos cerrados, en las cuestas de los momentos memorables, de pendientes superables, de las bajadas de bicicleta de verano, de descansos de helado en la hierba.
Camino y ando sin meta planeada, sin inprevisto previsto al ritmo de la regla que dibuja la linea recta de los dias.
Camino y camino encontrandome al sobresalto, al robinson cuotidiano, de compañia viernes, de vida superviviente.
Camino y camino sin saber que encotrarme, que buscar, hacer, sentir, desear, sin saber nada camino y camino, pues en la vida no hay dirección, ni rumbo, ni destino, simplemente dejadme vivirla.
Mientras camino observo vidas vividas, no complacidas, arrepentidas, de cabeza gacha, de objetivos no resueltos a base de cobardia no dosificada.
Camino con paso inseguro, pendiente a no equivocarme, equivocandome.
Tropiezo una y otra vez en un camino de piedras traiconeras, lectivas, de empredrada lección.
Lecciones que aprendes con poco interes, a embudo obligatorio de no queda más remedio.
Indice de temarios seguros, de camino señalizado, de rutina numerada y publicada.
Abro la mochila que llevo a mis espaldas, la examino con ojo avisor, supervisando los objetos, los sentimientos que traigo conmigo.
Puedo ver mares, continentes, diccionarios que me ayudan a escoger las mejores palabras, las edecuadas de entre las peores.
Puedo ver mapas en blanco, libretas no escritas de margen torcido y cuadraditos redondos.
Puedo ver corazones varios, diversos entre multiples sentimientos. Corazones encadenados, esposados al conformismo, a la resignación, a la rendición más amarga, al paladar hecho pedazos, al camino que queda por delante.
Veo en el fondo de la mochila los trozos rotos de almas perdidas, sumidas en la más rotunda pena. Almas galardonadas de premios negros. Almas maquilladas de grietas a base de golpes duros de vivencias inolvidables. Almas que caminan sin rumbo propio, guiadas por el destino del viento, de la meta del cajón de los recuerdos.
En el bolsillo de la mochila encuentro los adornos, aquellos que decoraran los momentos, las secuencias de una vida de galeria, de album de estanteria, de fotos recordadas o olvivadas.
En la mochila encuentro montañas con dificultades en los caminos cerrados, en las cuestas de los momentos memorables, de pendientes superables, de las bajadas de bicicleta de verano, de descansos de helado en la hierba.
Camino y ando sin meta planeada, sin inprevisto previsto al ritmo de la regla que dibuja la linea recta de los dias.
Camino y camino encontrandome al sobresalto, al robinson cuotidiano, de compañia viernes, de vida superviviente.
Camino y camino sin saber que encotrarme, que buscar, hacer, sentir, desear, sin saber nada camino y camino, pues en la vida no hay dirección, ni rumbo, ni destino, simplemente dejadme vivirla.