Guardó en el cajón de los momentos los retales de aquella tarde en el verde campo de amapolas, las miradas alegres que contempló luchando por aquello que anhelaba, que queria,que deseaba con todas sus fuerzas.
Anduvo sin detenerse, subiendo de tren en tren en una vida que volaba, que serpenteaba por caminos angostos, dificiles de atrevesar, complicado de caminar.
Por aquellos parajes con cientos de bestias luchó, buscando acariciar la gloria, los sueños que a cada paso buscaba.
Con la mente puesta en la cima escalaba, trepaba sin pararse a pensar, esforzandose a cada tirón que daba hacia arriba, nunca mirando al precipicio que dejaba atrás.
La lluvia empezaba su función, protagonista más que intentaba retrasarlo en su empeño.
Con la cara empapada por la gruesa lluvia, por la granizada imperante el reía, retaba a las nubes, convencido de que ni mil relampagos se interpondrían en su camino.
Con la valentia puesta y los miedos olvidados, despedidos y hasta licenciados seguía caminando, volteando aquella selva, indagando por los diferentes caminos hasta encontrar su objetivo.
Con los huesos calados y el frio atronandole el cuerpo recordaba que no era hora de parar, que los descansos quedaron atrás, al igual que los caminos que dejaba, que olvidaba para cortar nuevos con su espada, para contemplar el lucir de los nuevos dias, de la vida que quería.
Con las fuerzas mermadas proseguia, sin rendirse seguia mirando al frente. Con la vista nublada por el cansancio la mente seguia en pie, aguantandole el equilibrio para no caer, para no perderse entre las sombras de la derrota, de los sueños rotos.
Caminaba, caminaba y seguia caminando, convencido de conseguiria llegar a la meta, a sus sueños.
Anduvo sin detenerse, subiendo de tren en tren en una vida que volaba, que serpenteaba por caminos angostos, dificiles de atrevesar, complicado de caminar.
Por aquellos parajes con cientos de bestias luchó, buscando acariciar la gloria, los sueños que a cada paso buscaba.
Con la mente puesta en la cima escalaba, trepaba sin pararse a pensar, esforzandose a cada tirón que daba hacia arriba, nunca mirando al precipicio que dejaba atrás.
La lluvia empezaba su función, protagonista más que intentaba retrasarlo en su empeño.
Con la cara empapada por la gruesa lluvia, por la granizada imperante el reía, retaba a las nubes, convencido de que ni mil relampagos se interpondrían en su camino.
Con la valentia puesta y los miedos olvidados, despedidos y hasta licenciados seguía caminando, volteando aquella selva, indagando por los diferentes caminos hasta encontrar su objetivo.
Con los huesos calados y el frio atronandole el cuerpo recordaba que no era hora de parar, que los descansos quedaron atrás, al igual que los caminos que dejaba, que olvidaba para cortar nuevos con su espada, para contemplar el lucir de los nuevos dias, de la vida que quería.
Con las fuerzas mermadas proseguia, sin rendirse seguia mirando al frente. Con la vista nublada por el cansancio la mente seguia en pie, aguantandole el equilibrio para no caer, para no perderse entre las sombras de la derrota, de los sueños rotos.
Caminaba, caminaba y seguia caminando, convencido de conseguiria llegar a la meta, a sus sueños.